Claramente esta historia no arrancaría con tanta alegría si el resultado no hubiera sido positivo. Después de un festejo tibio en presencia, pero fuerte en copete, Buller nos vio brindar por el nuevo colega; el flamante ingenieri, pidió un solo requisito. Quería una "Gourmet" antes de volver para los pagos del ombú. La respuesta del comité fue que si por su puesto, pero vamos a tomar unos días para pensar el menú.
Acá comenzó la pequeña mentira piadosa, el comité había decidido previamente agasajarlo con unas costillitas de cerdo a la barbacoa con papas bravas. Pero había que convencerlo de que era la mejor alternativa. Así de poco sonaba en los chats y conversaciones posteriores la posibilidad de las costillitas. Por suerte el menú no le disgustaba, pero había un tema a resolver. El vago quería meter una mantequilla de maní regalo de su hermana. En pos de no bochar la idea de lleno, un miembro del comité, se encargó de buscar posibilidades para la mantequilla. Las recetas que el amigo Google trajo tenían un denominador común: Todas recetas dulces. Así que se estableció como ganador el viejo postulante: Las costillitas.
Domingo a la noche era la cita, temprano dijo Pablito, porque tenía vuelo temprano y algo quería dormir (iluso, como si la comida y los vinos lo iban a dejar). Se accedió al requerimiento.
Ya entrada la tarde, cuando el equipo estaba en condiciones de arrancar, partimos hacia el primer supermercado a buscar las costillitas. Se eligió el del elefantito porque suele tener todo lo que uno busca. Pero esta vez nos defraudo, solo le quedaba un pedacito de manta. Y ahora que hacemos? se escuchó. Una voz sabia respondió: y si vamos al barrio chino? Esa es buena, hay por lo menos 2 super ahí que tienen de todo en cuanto a pescado y cerdo. Fuimos al que Francisquito conocía.
La compra fue rápida. 2 kilos
La Barbacoa, la salsa de tomate congelada y los chiles ya estaban el domicilio, así que lo único que quedaba por comprar eran las papas. Cosa que se hizo camino a la sede.
Ya dentro del cubil, se ordenó la mesada y el cocinero del día, il chef Gino Arecio comenzó a desplegar los utensilios para comenzar a crear. Primero, calentar el horno, así que el fósforo, el gas y el oxígeno se combinaron para dar origen a la combustión que calentaría el mismo. Se salpimentaron las costillas mientras se preparaba la salsa de tomate.
Pim pam pum, con la parte de las costillas propiamente dicho hacia arriba, fue el cerdo al horno; la idea era un golpe de horno fuerte para sellar, y después a fuego medio. Pero antes de bajar el fuego, había una tarea importante: descorchar el Chardonnay. Ya con las copas en orden, se procedió a pelar las papas y cortarlas en cuña. Con sal, pimienta y oliva, quedaron ellas puestas en la fuente esperando su entrada al horno.
Era turno de armar las 2 cosas que elevaban las simples costillas con papas a un nivel superior. Tener lista las salsas. La de barbacoa para pincelar el cerdo cuando sea su momento y la salsa picante para embravecer las papas cuando salgan del horno.
Cómo hacemos? ni siquiera fue una pregunta de desconcierto sino que cuando uno cocina, suele preguntar qué le parece al resto una determina acción para buscar el aval o simplemente para ver si no hay una forma de hacerlo mejor. En este caso era la primera opción, así que todos coincidimos en que primero teníamos que abrir la conserva para ver con que nos encontrábamos, llevar 3/4 de la salsa y los chiles a fuego lento de manera que se reduzca y posiblemente condimentar para agregar sabor. Por favor que hermosura que eran esos chipotles en escabeche, con su picor justo. Degustamos un par sobre unas tostadas y el resto fue a parar al mixer. Una vez que se estaban reduciendo, solo faltó un poco de sal, porque el condimento de la conserva estaba justo.
A la barbacoa, que en este caso la elegida era una Heinz Spicy, se la diluyo también con el restante de la salsa de tomate y quedo a la espera del cerdo para que la brocha se bañe en su líquido.
Ya no quedaba más que esperar, así fuimos a balconear y terminar el vinito. Cuando pasaron unos 40 minutos, fue hora darle la primera mano a las costillas, volver al horno unos 20 minutos. Pasados esos 20 era hora de descorchar otro y de paso a la cocina, dar vueltas las costillas, pintar el otro lado y colocar las papas para que se hagan compañía.
Cuando pasaron los 30 minutos que marcaba el reloj de pulsera del cocinero, mientras se le daba una capa más para que queden bien húmedas las costillas, las papas salieron triunfantes del horno directo a recibir su baño de bravura. Era hora de comer. Un pequeño debate de presentación y la decisión final la tomo el chef en base a una sugerencia de cortar las costillas de forma individual dado que te da la posibilidad de jugar con el plato. El dibujo lo eligió él y su otro yo. Ahora ya solo quedo sentarse en la mesa y matar todas las unidades que había dado que estaban para chuparse los dedos (cosa que finalmente sucedió al utilizar las manos). Así Pablito se fue con la tesis en el bolsillo y con la panza llena, por también con el corazón contento.
Ingrediente de la Receta
Costillas de cerdo - 2 Kilos
Barbacoa - Medio pote
Salsa de tomate - 500 cm3
Chile Chipotle en escabeche - 1 lata de 220g
Papas - 1 kg.
Sal - a gusto
Aceite de Oliva - a gusto
Pimienta - a gusto
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