Estando en la tierra del chipa guazú y mientras marinaba un surubí que luego íbamos a degustar (tema para otra historia), entre a pensar como sería mejor forma de estrenar los platos que recién había comprado, y llegue a la conclusión que para hacerles honor, tendría que contener una preparación con 2 partes que se complementen. En mi mente había una torre como el principal y el otro el acompañamiento, y como el pescado llamaba al pescado, arriba de una de las torres tenía que estar el salmón,
Como quien no la espera, vino a mi mente la rúcula (pude ser que el haber estado preparando una ensalada tuvo algo que ver) y de conversaciones previas pinto terminar de redondear el sabor con una pera. Torre 1 lista, ahora solo faltaba encontrarle a la torre con que acompañarla.
Me quede super maquinando que quería hacer ese plato y ya de vuelta en Buenos Aires me pareció que lo que podía a funcionar como acompañamiento sin darle mucha vuelta era un puré rústico. Así quedo establecido el menú. Faltaba lo más importante, quienes iban a ser los comensales.
Como quien no quiere a cosa, hablando con una amiga arreglamos para que el jueves sea el día. Jueves temprano, antes de ir a laburar, pum pam, sacamos el salmón del freezer para que se vaya descongelando. Ya entrado el medio día, mensajes de Whatsapp con gente varias, vuelvo hablar con mi amiga (a quien voy a mantener en anonimato por ahora) me tira la pálida que no puede asistir...Katrina de chanes pasamos de super plan a Invitación fallida, No importa yo quería comerlo igual!!!! Así que manos a la obra.
Después de haberme pasado por agua (léase volver de la pile) arranque a preparar el plato que tristemente iba a saborear solano. Pienso en hacer el salmón a la plancha y viendo como iba a quedar el plato en mi cabeza se me ocurre que en vez de hacerlo entero, podría quedar copado si lo cortaba en tiritas y lo pasaba vuelta y vuelta (literal) sobre la plancha. Eso me iba a permitir manejar la torre más fácil.
Como eso se iba a hacer en un segundo, limpie la papa, cortada en cubos y al agua pato. Mire el agua, mire la cava, mire el agua, volví a mirar la cava... fue me abro un Malbec también.
Cuando las papas estaban listas me propongo a poner el salmón y se me ocurre que el seudo-puré rustico no lleve leche, sino mezclarle un huevo y pasarlo por en la sartén... vamos con esa campeón!!!
Así pase a pisar la papa (no tanto como un puré pero si para que se pueda armar la pasta).
Prendo las 2 hornallas para calentar la plancha doble, pasa un minuto y se apagan las hornallas, repito procedimiento y vuelve a pasar lo mismo. Me agacho para ver el efecto de porque extinguía el fuego y ahí nomás sentí un tirón en la espalda. Dolor fuerte mal, pero ya estaba con la copa preparada y el plato a mitad de hacer, me trague el dolor y seguí firme, pelé la pera, la corté en rodajas y la mande a una sartén con oliva y una pizca de sal, simultáneamente (o casi), arme una especie de hamburguesa de papa que fue a parar a la plancha. En paralelo para soportar la contractura, un sorbo al vino.
Cuando estuvo la papa lista, procedí a armar el colchón, primero la rúcula, encima la pera recién salteada y a esperar. Di vuelta la papa para que se dore del otro lado mientras pasaba las láminas de salmón por la misma plancha, sobre las hornallas que se prendían y apagaban como Lapegüe.
Emplaté lo que quedaba, rocié una punta con un toque de salsa agridulce y voilà, la torre lucía genial, Dispuse el puré al costado, y todo había tomado color como lo había imaginado.
Todo parecía perfecto, salvo por un pequeño detalle, el dolor de la espalda ya era el doble. Miré el plato, con el dolor proseguí a sentarme en la mesa, pero no podía pegar bocado, ya era insoportable. Me paré, me tiré en la cama no podía más, paso media hora y el dolor seguía. Llame a mi doctora amiga Micaela, y después de contar el cuadro directo al Alemán, y así quedo el plato sin su comensal.
Ya a la vuelta, como al Diclofenac hay que tomarlo con algo en el estómago, y ya que estaba jugado le entre al plato frío, seguido un comprimido y a la cama!!
Como quien no quiere a cosa, hablando con una amiga arreglamos para que el jueves sea el día. Jueves temprano, antes de ir a laburar, pum pam, sacamos el salmón del freezer para que se vaya descongelando. Ya entrado el medio día, mensajes de Whatsapp con gente varias, vuelvo hablar con mi amiga (a quien voy a mantener en anonimato por ahora) me tira la pálida que no puede asistir...Katrina de chanes pasamos de super plan a Invitación fallida, No importa yo quería comerlo igual!!!! Así que manos a la obra.
Después de haberme pasado por agua (léase volver de la pile) arranque a preparar el plato que tristemente iba a saborear solano. Pienso en hacer el salmón a la plancha y viendo como iba a quedar el plato en mi cabeza se me ocurre que en vez de hacerlo entero, podría quedar copado si lo cortaba en tiritas y lo pasaba vuelta y vuelta (literal) sobre la plancha. Eso me iba a permitir manejar la torre más fácil.
Como eso se iba a hacer en un segundo, limpie la papa, cortada en cubos y al agua pato. Mire el agua, mire la cava, mire el agua, volví a mirar la cava... fue me abro un Malbec también.
Cuando las papas estaban listas me propongo a poner el salmón y se me ocurre que el seudo-puré rustico no lleve leche, sino mezclarle un huevo y pasarlo por en la sartén... vamos con esa campeón!!!
Así pase a pisar la papa (no tanto como un puré pero si para que se pueda armar la pasta).
Prendo las 2 hornallas para calentar la plancha doble, pasa un minuto y se apagan las hornallas, repito procedimiento y vuelve a pasar lo mismo. Me agacho para ver el efecto de porque extinguía el fuego y ahí nomás sentí un tirón en la espalda. Dolor fuerte mal, pero ya estaba con la copa preparada y el plato a mitad de hacer, me trague el dolor y seguí firme, pelé la pera, la corté en rodajas y la mande a una sartén con oliva y una pizca de sal, simultáneamente (o casi), arme una especie de hamburguesa de papa que fue a parar a la plancha. En paralelo para soportar la contractura, un sorbo al vino.
Cuando estuvo la papa lista, procedí a armar el colchón, primero la rúcula, encima la pera recién salteada y a esperar. Di vuelta la papa para que se dore del otro lado mientras pasaba las láminas de salmón por la misma plancha, sobre las hornallas que se prendían y apagaban como Lapegüe.
Emplaté lo que quedaba, rocié una punta con un toque de salsa agridulce y voilà, la torre lucía genial, Dispuse el puré al costado, y todo había tomado color como lo había imaginado.
Todo parecía perfecto, salvo por un pequeño detalle, el dolor de la espalda ya era el doble. Miré el plato, con el dolor proseguí a sentarme en la mesa, pero no podía pegar bocado, ya era insoportable. Me paré, me tiré en la cama no podía más, paso media hora y el dolor seguía. Llame a mi doctora amiga Micaela, y después de contar el cuadro directo al Alemán, y así quedo el plato sin su comensal.
Ya a la vuelta, como al Diclofenac hay que tomarlo con algo en el estómago, y ya que estaba jugado le entre al plato frío, seguido un comprimido y a la cama!!
Ingredientes de la Receta
Salmón Rosado - 200 gr
Rúcula - 1 plantita
Pera - 1 unidad
Salsa Agridulece - una cucharadita
Papas - 1 unidad
Huevo - 1 unidad
Sal - a gusto
Aceite de oliva - a gusto
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